Sesión 5 27/04/09

1. Defensa personal.

Afianzamos lo aprendido: ataques y paradas a cabeza y a rodillas. Aprendemos a zafarnos de alguien que intenta agredirnos tumbados en el suelo (bloqueo presionando la nariz, golpear los riñones del agresor, partirle los dedos de la mano, quitarle de encima de nosotros). Repasamos la técnica de dar patadas tumbados en el suelo, levantarnos del suelo en posición de defensa.

2. Juegos de espacio interpersonal:

a. Un participante elige a otro, se abrazan sin acuerdo previo, uno tratará de irse y el otro impedirá que lo haga sin soltar su abrazo. El ejercicio termina cuando el abrazado consigue zafarse del otro
b. Un participante se apoya en la pared, otro le acorrala con sus brazos, se trata de que el que está apoyado en la pared consiga zafarse del otro.
c. Un participante abandona la sala, el grupo se pone de acuerdo en que cuando vuelva a entrar, cuatro personas le perseguirán y acosarán; el acoso no ha de ser cuerpo a cuerpo, sino de una manera sutil.
d. Por parejas, A persigue a B. Utilizamos una música de fondo que va in crescendo, se trata de ir aumentando poco a poco, al ritmo de la música, el acoso y la evitación de cada uno de los participantes

3. Para iniciar la definición de los mecanismos del agresor, el agredido y el observador, se define la comunicación entre las personas. (Psicólogos)

Hay tres estilos de comunicación interpersonal:

1. Inhibido

· El inhibido sirve a los objetivos del otro o los otros, no se atreve a defender sus propios objetivos e intereses, teme ofender, enfadar o perder la simpatía de sus compañeros, teme las consecuencias de expresarse.
· Se muestra poco en sus opiniones, emociones y preferencias, aceptando rápidamente los puntos de vista del otro.
· Se considera inferior a los demás, con menos derecho, poder y necesidad de respetarse a sí mismo. Se juzga más severamente y presta más atención a sus errores y a los aciertos de los otros.
· Deja violar sus derechos, se aprovechan de él.
· La mayoría de las veces NO logra sus objetivos.
· Se siente frustrado, inferior, herido y angustiado.
· Permite a los demás que elijan por él.
· Se desvalora, siente culpabilidad.

2. Excesivo

· Se deja llevar por las emociones e ideas que van surgiendo en él en cada situación.
· Escucha poco y no tiene en cuenta las emociones, puntos de vista u objetivos del otro.
· Minimiza o desatiende las consecuencias que pueden derivarse de la insistencia, agresión o presión ejercida sobre el otro.
· Se considera superior a los demás, siendo más tolerante con sus propios errores que con los de los demás.
· Viola los derechos y se aprovecha de los otros.
· Puede lograr sus objetivos a costa de los demás.
· Se siente a la defensiva, humilla y desprecia a los demás.
· Explosivo, impredecible y enfadado.
· No deja que los demás influyan en sus decisiones.
· Muchas veces siente culpabilidad.

3. Autoafirmativo o asertivo

· Tiene claros sus objetivos y busca la forma de conseguirlos de la mejor manera posible, haciéndolos compatibles y enriqueciéndolos con las posiciones de los demás.
· Escucha y se interesa por conocer a los otros.
· Opina sobre lo positivo y negativo de la conducta de los otros y lo expresa de forma directa y equilibrada.
· Actúa según sus objetivos y no según las emociones del momento.
· Sabe escuchar sus emociones y las ajenas y expresarlas adecuadamente.
· Protege sus derechos y respeta los de los demás.
· Logra sus objetivos sin ofender a los demás.
· Se siente satisfecho consigo mismo. Tiene confianza en sí mismo.
· Expresión emocional y social franca y abierta.
· Elige por sí mismo.


Dentro de la comunicación la forma del excesivo encaja con el agresor.

Mecanismos del agresor. Atendiendo a cómo piensa, siente y se comunica.


El agresor atiende a un esquema sociocognitivo: fruto de una socialización que justifica la superioridad (varón sobre mujer, raza blanca frente a otra…). Son personas que interpretan las diferencias en términos de superioridad / inferioridad. Algunos ejemplos: machista, racista, clasista, rechazo a la diferencia por ideología, por opción sexual…

Rasgos o características en un ejemplo concreto de agresor: el maltratador.
· Déficit en la capacidad de resolver problemas, no hay diálogo ni comunicación y utiliza la agresión como herramienta en la resolución de conflictos
· Alta impulsividad, falta de control de los impulsos
· Alta ansiedad, alerta continua
· Alta deseabilidad social (necesitan sentirse queridos), baja autoestima, baja asertividad
· Dificultad para reconocer y expresar emociones, sentimientos propios y ajenos
· Rigidez mental excesiva. Su esquema mental es inamovible
· Baja empatía
· No asunción de responsabilidad, mecanismo defensivo (“la víctima se lo merece”).
· Culpa a los demás de sus problemas y fracasos.
· Son selectivos con sus víctimas
· En la violencia de género: Hay celos patológicos y dependencia hacia la mujer, miedo al abandono, a la soledad.

Para ilustrar los mecanismos de aprendizaje social de la violencia y la prohibición, Sonia nos contó este experimento científico:

Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los investigadores lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban a golpes. Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas.
Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos. La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le pegaron. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera. Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo.
El primer sustituto (que nunca había recibido el chorro de agua fría) participó con entusiasmo en la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fue sustituido. Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aun cuando nunca habían recibido el chorro de agua fría, golpeaban a aquel que intentase llegar a las bananas. Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería: "No sé, las cosas siempre se han hecho así aquí”…
Lo que ilustra este experimento es que hay un peso social y una presión del grupo para hacer algo (en este caso, ejercer la violencia) que no responde a nuestros estímulos inmediatos, sino al “contrato social”.


3. Lo contado social (improvisaciones)

Continua el trabajo iniciado en la sesión anterior, basado en la historia que hemos denominado, “pelea vecinal”.
Se forman dos grupos de trabajo de cuatro integrantes cada uno. Grupo 1 (Ana Lucia- rol del inmigrante; María-rol de Taxista; Arturo- rol del vecino; Miquel-rol de policía) el grupo 2 intervendrá en la siguiente sesión.

Claves y premisas:
- Desarrollar y atender a estos tres momentos (sucesos) donde se detona la violencia y que no conseguimos mostrar claramente en las improvisaciones de la sesión anterior:
· Cuando el vecino sube la escalera y algo le ocurre de manera que decide ir “a por ellos”
· La provocación del vecino con el gesto exagerado, una vez en la calle de nuevo, que enfrentado al inmigrante y el taxista no para de gritar “¡a mí, a mí!” antes de que nadie le haga nada.
· El momento en que el vecino observador ve que hay navajas y alerta de la situación.

- Desarrollar y atender al personaje del taxista como manipulador de la situación, ¿cuál es su objetivo?
- Hay que crear con claridad la”antesala” de la violencia (circunstancias dadas)
- Hay que proporcionar a cada personaje un estilo de comunicación (inhibido, asertivo o exagerado)
- Hay que proporcionar a cada personaje un status en la relación de poder (alto o bajo)

En la improvisación, Ana opta por adaptar la situación, reconvirtiendo al inmigrante en una prostituta, la situación es que ella está en la calle armando escándalo…
La prostituta y el vecino tienen un estilo de comunicación asertivo, la taxista utiliza un estilo exagerado y el policía opta por un estilo asertivo.

Se realizan dos pases del ejercicio. En el primer pase ocurre que se produce demasiado cuerpo a cuerpo entre los actores, lo que impide que la acción se desarrolle, y consigue ensuciar toda la escena. El policía no ocupa su lugar, los demás no acatan su autoridad.

El ejercicio mejora en tanto en cuanto los actores se dan más tiempo para que ocurran los hechos. El “clic” del vecino atormentado por el ruido se ve mejor en el segundo pase del ejercicio, Arturo explica que ha imaginado una circunstancia previa, imaginaba al personaje aguantando todo ese ruido durante toda la noche.

De todos modos, no conseguimos ilustrar claramente los tres momentos. Nos planteamos si esto tiene que ver con un problema técnico (los actores, al dejarse llevar por el impulso violento, ¿no son capaces de pensar y comunicar algo que se les ha pedido y que es más racional?). El dramaturgo propone entonces un experimento: repetir la escena, pero con un actor que narra en tercera persona y desde fuera, cuando se produce cada uno de los cuatro momentos. Cuando escuchan la voz externa, los actores tienen que congelar la acción y retomarla cuando la voz pare, en la misma emoción y con la misma intensidad.

Una vez realizado, esto es lo que analizamos:
- para los actores, es más fácil llevar a cabo los momentos de climax, ya que son sustituidos por la narración; la escena, sin embargo, se debilita en tensión, se convierte en algo más intelectual y se pierde en impulsividad. También aporta una sensación de organización, de alguna manera desaparece el caos.
-para los que han estado observando: es más brechtiano, hay más claridad en la historia. Pero con la incorporación de un narrador aparece un punto de vista, una opinión que impide que uno como espectador desarrolle la suya propia. Se transmite menos violencia física, ya que la presencia del narrador frena la impulsividad: la escena en sí debería ser mucho más intensa para poder superar ese filtro que impone el narrador. Se ejerce un tipo de violencia sobre el espectador: le imponemos una idea de la historia, en lugar de dejarle elegir por sí mismo; a algunos les es incómodo.

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