Sesión 6. 28/04/2009

1. Defensa personal



Hoy el repaso de lo aprendido se intensifica, Enrique trae protectores para que golpeemos con todas nuestras fuerzas y podamos experimentar hasta dónde podemos llegar. Continuamos aumentando ejercicios de cómo zafarse de una agresión en el suelo, y volvemos a comprobar que no siempre es una cuestión de fuerza.
En un momento, Enrique inmoviliza en el suelo a uno de los participantes y los demás están mirando el ejercicio en corro alrededor de ellos. Sorprendentemente, esta imagen crea una enorme sensación de violencia al dramaturgo que está mirando desde fuera. Tratando de preguntarnos porqué, formulamos como hipótesis que la violencia no está en quienes luchan en el suelo, sino en la imagen de quienes están alrededor y sus reacciones no proporcionadas a lo que ocurre (por ejemplo, cuando una actriz ríe ante lo que ve, la sensación que provoca es doblemente violenta: la insensibilidad que eso parece transmitir ante la violencia que tiene ante sus ojos).

2. Dinámicas sobre la violencia, juegos de rol (equipo de psicólogos)



Se realiza la siguiente dinámica: los participantes se distribuyen en grupos de tres personas, uno ocupa el lugar central y cada uno de los otros dos se sitúa a su izquierda y a su derecha. El que está a su derecha lee a su oído derecho una lista de expresiones negativas (tonto, feo, imbécil, cabrón, no vales para nada, inútil, no tienes remedio, lo vas a hacer mal, nadie te aguanta, ojalá desaparecieras, torpe, desgraciado, estúpido). La persona que se sitúa a la derecha lee a la vez que el que está situado a la izquierda una lista de expresiones neutras (mesa, mar, plato, carta, taza, comida, cuaderno, pelota, juguete, abrigo, vela, piedra, reloj). El que está en medio debe tratar de repetir las palabras neutras que recibe sin dejarse influir por las negativas.
Puesta en común: no hay unanimidad, unos han tenido más dificultades que otros para obviar las palabras negativas. En cualquier caso, se hace difícil no dejarse influir por unas u otras: aunque tratemos de hacer caso a la voz neutra, la negativa siempre termina por introducirse. También nos damos cuenta de que a medida que la voz negativa se va imponiendo, aceleramos el ritmo y la intensidad con que tratamos de repetir las palabras neutras.
Explicación de los psicólogos: creamos nuestra propia historia, nuestro propio esquema de interpretación; depende de cómo hayamos constituido esa historia y esquema personales, recibiremos la información de una manera u otra. Influyen también la situación, el efecto acumulativo o de tolerancia, los umbrales de dolor individuales frente a determinada palabra. También se van creando efectos de acumulación: si vamos recibiendo continuamente estímulos negativos, llegamos a acostumbrarnos y nuestro umbral de tolerancia va subiendo.

3. La escalada de violencia: intento de definición (equipo de psicólogos)



Para entender claramente lo que significa una “escalada de violencia” lo mejor es acudir a ejemplos muy simples: los dibujos animados por ejemplo, en los que el coyote y el correcaminos siempre van a más; cuando uno ataca, el otro responde con un arma más fuerte y así van subiendo cada vez más en intensidad. Otro ejemplo es la película “La guerra de los Rose” (1989, Danny DeVito), en la que cada agresión de uno es respondida por el otro con algo mayor.
Una escalada de violencia no tiene marcha atrás y la agresión siempre va en aumento. No hay mediación simbólica posible, no hay posibilidad racional de pararlo.
La única posibilidad es que el otro se desahogue en su acto agresivo, y cuando se haya calmado es entonces cuando puede comenzar el diálogo.
Otra posibilidad es cortar la agresión con una actitud contraria de no agresión, reformulando la situación y desarmando así al otro.
Ejemplo: cortometraje “Heterosexuales y casados” de Vicente Villanueva:
Parte 1: http://www.youtube.com/watch?v=0PW12lAk2z0&feature=related
Parte 2: http://www.youtube.com/watch?v=ratiDAzj1KE&feature=related

En la escalada de violencia hay algo de descarga de tensión, de “atracón”, para quedar definitivamente satisfecho.
La tolerancia a un acto agresivo también influye en la contrarrespuesta posterior: en el momento que permites “algo”, permites “todo”.
Leemos un fragmento de “La Señorita Julia” de A. Strindberg :





Analizamos la situación de poder (social, sexual, simbólico) que aparece y cómo los sueños de Julia y Juan aunque responden a esquemas distintos, tienen que ver con una progresión del deseo que les coloca en una situación extrema, un filo de navaja. .

4. Lo contado social. (Improvisación)

Continuamos el trabajo de la sesión anterior sobre la historia “pelea vecinal”, ahora con el grupo 2 (taxista; conductor ruidoso inmigrante; vecino observador; vecino atormentado por el ruido). Las premisas son las mismas del inicio de la improvisación de la sesión anterior.
Conclusiones de la improvisación:

El vecino agresor baja con ímpetu a regañar al conductor ruidoso y el primer suceso (el “clic”) apenas se percibe. Aunque el estilo de comunicación elegido era el asertivo, realmente hizo un estilo excesivo. Nos damos cuenta de que quizás desde lo asertivo no conseguimos desencadenar la violencia.

Durante la improvisación se produce una inversión de la relación de fuerzas: al principio, el vecino atormentado está más fuerte que el conductor ruidoso, pero a medida que avanza la improvisación, el vecino va perdiendo fuerza y el conductor va subiendo; la pasividad del vecino provoca que la ira del conductor vaya subiendo. Pensamos que esto debe ser por la relación de fuerzas que hemos estado trabajando con el especialista en defensa personal y los psicólogos: siempre que uno sube, otro baja. Además, nos damos cuenta de que en escena, la agresión ha cambiado de signo: el vecino, al instalarse en el espacio del conductor, es un “pasivo-agresivo” que traslada la agresión.

Pero esta inversión de fuerzas muestra sus límites: el acto agresivo del conductor ruidoso sobre el vecino no fue a más porque no hubo un estímulo agresivo que le provocara más agresividad.
El personaje del vecino observador, cuya acción consistía simplemente en observar la situación de una manera pasiva, genera muchas preguntas. Unos pensaron que era un policía, otros que era un “mirón morboso”; a muchos de los espectadores les resultó violento ese “mirar y no intervenir”. Hipótesis que formulamos, uniendo esto con la sensación que nos daban los que miraban en la sesión de defensa personal: la violencia en escena funciona mucho mejor para los espectadores cuando en el escenario hay un personaje que no participa en ella, que es un tercero. ¿Tal vez porque actúa como filtro entre el espectador y el acto violento?
Durante el ejercicio, el taxista se burla de los gritos del vecino agresor, imitando sus alaridos, este hecho genera mucha agresividad. Un observador comenta que quizás hayamos pasado por alto el suceso que se produce cuando el vecino observador se percata de las navajas.
La actriz que hace el personaje del taxista comenta su dificultad para desencadenar la violencia en escena: en su personaje, no se provoca por nada que se produzca en escena, sino que debe “traerla puesta”. El dramaturgo comenta que eso es por una cuestión de narratividad: en escena, hay protagonista y antagonista (el vecino y el conductor) y el taxista es un tercero cuyo conflicto está en la extra-escena, ha de venir con él.

Damos por terminado la exploración con esta narración. Como conclusión previa, decidimos que hemos tenido muchas dificultades en concretar en escena los tres sucesos. Como deberes, nos planteamos reflexionar cada uno desde nuestra técnica (actoral, dirección, dramaturgia) en qué reside la dificultad técnica para hacerlo.

5. Trabajo sobre la fotografía de Kevin Carter (violencia por omisión – violencia no explícita).

La directora de escena propone la siguiente improvisación por parejas: sin palabras, desarrollar la relación física entre la niña, el buitre y el fotógrafo. Se trata de reproducir la atmósfera que se respira en la fotografía, un espacio cargado de determinada luz, sonido, olor, peligro, riesgo. No es necesario acudir a los personajes de la foto, se trata tan sólo de reproducir la atmósfera.
Se realiza la tarea pero no se comenta, cada pareja elige su propio modo de recrear esa atmósfera, con acorralamientos, sonidos de respiraciones, persecuciones…

El dramaturgo propone una tarea para siguientes sesiones: la fotografía muestra una violencia por omisión, no un acto violento. Si tuviéramos que traducir esa fotografía en teatro, ¿cómo lo haríamos? Se trata de un objetivo imposible: en la fotografía no hay teatro, y sólo dos personajes imposibles (un buitre, una niña negra desnutrida); ¿qué podemos inventar a partir de eso?


6. Trabajo sobre imágenes que contiene violencia explícita:
Cada participante propone sus imágenes, fotografía o fragmentos de audiovisuales.









Discutimos sobre la mayor o menor violencia de cada imagen, tratando de analizar cuáles son los mecanismos empleados por el autor y cómo nos influyen.
Estas son algunas de las preguntas que nos hacemos:
· Para ser efectivas, ¿las imágenes violentas han de ser nuevas o desconocidas?
Una de las imágenes propuestas es una fotografía de un Cristo, y a muchos ya no les es violento. Pensar en una crucifixión real sí es violento, pero la imagen del Cristo está tan asumida y tan repetida que ya no vemos lo que realmente es.
· En algunas imáges, apreciamos una intención estética, incluso una cierta belleza (encuadre, colores, etc.). ¿Qué relación hay entre belleza o estética y violencia? ¿La belleza desactiva la carga violenta? ¿La estilización contribuye a enfriar la violencia? ¿El feísmo es más directo y efectivo?
· Una participante propone una fotografía familiar, que a ella le provoca enorme violencia, pero desde fuera, desconociendo la historia de la imagen, a los demás no les provoca violencia. Nos preguntamos entonces cuánto contexto nos hace falta para entender la violencia en una imagen. Decidimos elegir imágenes que no necesiten ningún contexto, en las que la violencia sea explícita y aparezca sin filtros.

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